Está lloviendo, fuerte, deliciosamente, como hace ratos no lo hacía o, más bien, era yo quizás la que no se percataba de esas gotas sabrosas, cantarinas...me voy sin querer a otros tiempos, a otra forma de ver la vida y me doy cuenta de que casi no me reconozco. Desde hace cuánto que estoy corriendo sin parar, sin saber si voy o vengo o siquiera si estoy? No sé, posiblemente no es importante tampoco. Pero qué bueno oir esa lluvia, esa cadencia que siempre acompañó momentos de bajar revoluciones, leer algún libro o simplemente dejarse estar, sin mucho más que hacer que mirar hacia afuera y vivir el momento, adentro.
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